Sixto Genaro Meneses Castañeda

Sixto Genaro Meneses Castañeda
chicho (seudonimo: AGORAFILIA)

SIXTO GENARO

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Guadalupe, Pacasmayo, Peru
* moreno * alto * pelo plateado * casado * hogareño * amigable * feliz * Dirección Alianza 456 Guadalupe * Telf: 044-566617 * Celular 9782476

sábado, 14 de julio de 2012

10.- HISTORIA DE LA CARRETERA LA BARRANCA

10.- HISTORIA DE LA CARRETERA LA BARRANCA


El Respetable anciano de sabiduria Don Carlos Teodoro Casartelly Farro, dice que en el año 1958-1959 corría el segundo gobierno del Presidente electo Manuel Ignacio Prado y Ugarteche quien defendió al partido de Víctor Haya de La Torre; su compadre del Presidente Manuel Prado fue Don César Augusto Gómez Azcarate quien llegó a ser diputado en el primer gobierno en el año 1939, por la provincia de Contumaza Cajamarca, este personaje de origen Chepenano tenía una gran amistad e influencia con el Presidente Prado, pues él había ayudado en el primer gobierno de Prado a terminar el asfaltado de la Panamericana de la costa del Perú, por lo tanto conocía de trámites y de influencias para estos menesteres. También era compadre de Gildemeister dueño de Casa Grande

Don César Gómez Azcarate pasaba sus vacaciones con su familia en el Balneario La Barranca, lugar de descanso después de la faenas de la siembra de arroz en su hacienda “Santa Fe”, que quedaba de Buenos Aires al otro costado en Chepén, allí existía una huerta.

Los ranchitos de La Barranca de aquella época eran de caña brava con barro, el techo era de totora, estaba armado con horcones de algarrobo, que se amarraban con otros palos menos pesados, hasta armar la estructura y dar forma a las habitaciones que servirían para la sala, comedor, cuartos, cocina y corral. Estos últimos eran importantes porque en aquel lugar estaba el fogón de adobe acompañado de la leña y el batan para moler el ají y el ajo ingredientes de los ceviches.

El primer rancho de adobe lo hizo Humberto Vera, luego Julio Meneses, Martín Horna, Adriana Ruiz; quienes prosiguieron con la tradición de ir a La Barranca, fueron los que contagiaron a los demás propietarios, para que de adobe se levantara un pueblito con miras de ser un distrito.

Las movilidades que hacían servicio a La Barranca fueron muy parecidas a la que conducía el difunto Alejandro Balarezo, el famoso “Cochona”, este ciudadano trabajaba con Don Alfonso Figuerola quien tenía unos ómnibus muy parecidos a la Empresa Velásquez pero eran unos carros un poco más chicos, llamados góndolas, Don Alejandro se fue a veranear a La Barranca y hacía sus cachuelos de ida, pero no se aseguraba la vuelta, porque la gente prefería regresar gratis a Guadalupe en camionetas.

El lugar de reunión donde los amigos compartían buenas conversaciones, comida, causa, piqueo, cerveza y chicha de Jequetepeque, era la tiendita de María Adriana Ruiz, lugar que frecuentaba Don César Gómez Azcarate, como buen norteño, con otros hacendados, comerciantes y amigos de la época.

Don César ya había hecho los trámites para que en La Barranca hubiera “El Puesto de la Guardia Civil” que quedaba al lado de el Rancho de la Gringa Bay, el cual era de quincha, barro y esteras tejidas, y les decía a sus amigos, “cuidado que los tragos se suban a la cabeza y pierdan la razón, por que terminarán guardados en el calabozo por veinticuatro horas, así que diviértanse tranquilos”.

En una de esas reuniones Don César Gómez Azcarate prometió a los amigos, dejar un gran recuerdo a La Barranca, que consistía en hacer asfaltar con pista el camino hacia La Barranca, el señor Carlos Casartelly Farro mencionó que él conocía el camino de Faclo Grande y que había transitado por esos lugares con su camioneta una Chevrolet del año 46, Don César Gómez Azcarate dijo, que en caso de necesitar un testigo, que se ofreciera, para decir, que esta carretera estaba en condiciones de ser transitable con cualquier tipo de movilidad motorizada. Don Gómez Azcarate también ofreció en esa oportunidad un bote a motor para que pesquen en La Barranca con redes de mayor alcance y soñaba en hacer una caleta en “el pozo del chino”, que quedaba pasando la laguna.

El motivo por el cual Don César Gómez Azcarate tenía preferencia muy singular por La Barranca, era, que años atrás; hubo un quebranto en su salud, pues tenía una terrible enfermedad, fue atendido en Chepén y lo trasladaron a Trujillo en una clínica particular, los médicos le habían recomendado que fuera a Estados Unidos para que se trate.

En la Clínica de Trujillo había una Guadalupana quien lo asistía como enfermera, esta señorita se comporto como una verdadera profesional, Don César inicio una gran amistad, con conversaciones interminables, además los unía las cercanía de los pueblos de sus orígenes, por un lado Chepén y por otro lado Guadalupe, esta enfermera era devota de la virgen de Guadalupe, le hablo de los Milagros de la santa y lo motivó para que se encomiende a ella y le pida con fervor que se sane de su enfermedad. Como así sucedió y desde ese año se trazo la meta de pasar todos los veranos en La Barranca, lugar donde adquiere una propiedad, con vista al mar hoy propiedad de Paco Peralta.

Don César se pone en contacto con el gerente de Casa Grande para que arregle y asfalte el camino por la parte baja de Faclo Grande, el gerente le manifestó que eso era imposible por las constantes crecidas del Río de Jequetepeque, el cual malograría el asfaltado. Más bien le prometió asfaltarle la parte de arriba, tramo comprendido desde La Barranca hasta la Hoyada. Esta conversación fue asentada en un documento que así se haría. Don César viajo a Lima con este documento, para ponerlo a disposición del Gobierno de Prado. Y conseguir el asfaltado de Guadalupe hacia la Hoyada. El Presidente Manuel Prado y Ugarteche le prometió hacer realidad la carretera Guadalupe –La Barranca, siempre y cuando exista voluntad del Pueblo de empezar la obra.

El Presidente Prado envió un grupo de Ingenieros del Ministerio de Caminos para trazar el camino de La Barranca-La Hoyada en un tramo de veinte kilómetros por las vueltas de respeto a Pakatnamú, pero se trazaron solo 12 Kilómetros, como recuerdo, quedan unas piedras pintadas que el tiempo ha perdurado. Cuando llegaron los ingenieros el gerente de Casa Grande ya había puesto a disposición de Don César Gómez Azcarate la maquinaria de Caterpillar D-6 con enormes frontales, y se había empezado a realizar el afirmado, después de varias horas de trabajo, los Caterpillar intentaron ser guardados en la propia Barranca pero los frontales eran demasiados anchos para pasar por la ciudadela de Pakatnamú por una de las entradas, y por más cuidado que se tuvo se destruyo una parte pequeña del muro de entrada a la ciudadela, esto fue el pretexto para que en Guadalupe Don Lucho Lostaunau y el Arqueólogo Oscar Lostaunau quien estaba haciendo unos estudios de Pakatnamú protestaran enérgicamente y con mucha razón.

La Gente al enterarse de que era una realidad el afirmado y construcción de la carretera asfaltada de La Barranca, marcaron lugares para la vivienda en la parte alta, uno de ellos fue el propio Carlos Casartelly Farro, quien marco 12 metros de frontera, con la ayuda de uno de sus cuñados que trabajaba en SIPA, Los hermanos Meneses Ruiz hijos de Don Agustín Meneses Sánchez, también marcaron el lugar. El SIPA, abastecía de maquinaria a Don César para La Barranca, Don Carlos Casartelly contrató a Víctor Ibáñez quien era albañil para hacer los muros o bases para construir. Don Víctor Ibáñez le dijo espérate Carlos, existen unos runrunes de levantamiento del Pueblo de Guadalupe en contra de Gómez Azcarate porque aducían que este Chepenano quería apoderarse políticamente del Balneario de La Barranca y asentarla dentro de los limites de Chepén por la influencia que tenia con el gobierno de turno.

En el mes de marzo época en que se termina la temporada, y las familias regresan a Guadalupe, en esa época el Presidente Manuel Prado y Ugarteche, envía tres generales de su confianza para concretizar el Camino asfaltado Guadalupe – La Barranca con la ayuda del ejército peruano, y llegaron con la intención de firmar una acta con las autoridades de Guadalupe y comenzar los trabajos. Pero el movimiento adverso ya se había sembrado con toda intención, en la Plaza de Armas de Guadalupe había dos camiones llenos de gente, estos vehículos estaban estacionados en el salón del difunto Bernabé Balarezo (Guarda Polvo) y también había cuatro camionetas llenas de gente. Se hacía notar la presencia de Doña Elvira Gonzáles.

El Señor Ascoy quien fue papá de Jorge Ascoy contrató los servicios de Carlos Casartelly Farro para que le sirva con un viaje hacia La Barranca con su movilidad, para que lleve diez hombres con intención de llevarlos y traerlos. La partida pactada fue a las tres de la tarde. Cuando la movilidad de Don Carlos estaba por el Portachuelo, los camiones estaban en caravana, uno detrás del otro, y el señor Ascoy ordenó dejarlos pasar.

Llegaron a La Barranca los camiones y las camionetas llenas más que todo con gente curiosa. Sin embargo “El Acta ya se había firmado con las autoridades de Guadalupe” Don César Gómez Azcarate y los Generales pensaron que llegaban, con la intención de recibir la buena intención del gobierno del Presidente Manuel Prado, de que La Barranca tenga pista, mas este pensamiento fue fugaz, ya que la intención de los recién llegados era de boicotear la buena obra, y no fue de buena manera, se manejo un lenguaje que las olas del mar de La Barranca no pudo lavar y tampoco los recuerdos, hiriendo susceptibilidades personales, familiares, sociales y tradiciones.

Los generales movían la cabeza en señal de disconformidad, sin embargo las palabras agresivas e irritantes se repetían una y otra vez, pero no por todos, la mayoría eran curiosos, sino, por dos personas que estaban liderando tal vez viejas pasiones políticas o defendiendo tradiciones de rivalidad entre pueblos cercanos que les nublo la razón.

Don César Gómez Azcarate en forma pausada luego de ser gentil con sus oponentes, pidió el acta ya firmada que sería trasladada al gobierno de turno, al secretario, le brindó el documento, pensando que este quería leerla en público, mas Don César la rompió en varios pedazos y dijo “Señora y señores desde este momento se acabo la carretera La Barranca- Guadalupe” y dejó que el viento arrastre el sueño de progreso de Guadalupe, ningún curioso recogió un pedazo, el viento hizo lo suyo y los enterró en alguna guaca del Pakatnamú.

Los tres Generales se pararon y a una sola voz dijeron: “Señor Gómez Azcarate por que hizo eso…” Don César Gómez Azcarate dijo: “acaban Uds. de escuchar las groserías hacia mi persona y hacia el Presidente de la República esto no lo tolero,”…les pido que me hagan un gran favor, “díganle a mi gobierno y a mi Presidente Prado que le estoy muy agradecido por la obra que hubiera hecho a este pueblo de Guadalupe a través de mi gestión…le pido perdón a mi Presidente,… ya no es necesario esta obra”… ¡otro pueblo necesita y reclama esta gran partida

Los Generales dijeron:.. Hagamos otra acta… aquí están todos los que deben firmar por encima de todo,… César Gómez Azcarate dijo: ya no…ya no...les pido mil disculpas.

Esa noche César Gómez Azcarate lloró con una botella de vino de buena calidad, mientras que el humo del cigarrillo hacia figuras caprichosas en la habitación, tal vez de las vanas ilusiones, tal vez de los sueños frustrados o tal vez la promesa incumplida a la virgen de Guadalupe.


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